Magdalena Nile del Río nació en Buenos Aires (Argentina) el 26 de diciembre de 1910 en uno de los barrios más castizos de la ciudad, el de San Telmo.
Dos años después, en 1916, en un festival benéfico que se organizó en el teatro San Martín, debutó por primera vez en un escenario; cantó y bailó acompañada por su padre a la guitarra. A partir de aquí fue conocida como La Petite Imperio.
En 1922 se marchó de gira con sus padres,actuando primero en diversas ciudades argentinas y posteriormente en Chile, Bolivia y Perú. el 23 de agosto de 1922, recibió su primer reconocimiento como artista, el de la República Española.
En Lima conoció a Don Jacinto Benavente. Allí se estaban representando sus obras. En la fiesta posterior a la representación actuaba la Familia Nile del Río. El gran dramaturgo fue el que bautizó a nuestra artista con el nombre por el que ya se la conocería: Imperio, por Pastora Imperio y Argentina por Antonia Mercé, la Argentina. Cantaba tan bien como la primera y bailaba igualando a la segunda. Por consejo de Don Jacinto también, la familia regresó a España; corría el año 1923.
En Madrid continuó sus estudios de Danza y Canto con las más prestigiosas maestras. En 1924 comenzó como meritoria en la Asociación del Centro Hijos de Madrid, lo que después sería el Teatro Calderón, actuando en el fin de fiesta. Su primer contrato la llevó al Teatro del Liceo de Salamanca. Poco después debutó en el Teatro Romea de Madrid, sustituyendo por enfermedad a la Niña de los Peines.
En 1925 y en ese mismo teatro, Encarnación López, la Argentinita, que se había emocionado al verla actuar, le propuso ser su madrina artística y se organizó un espectáculo en el que intervinieron las dos cantando y bailando temas argentinos y españoles. Al terminar el acto, entre los aplausos del público, la Argentinita le entregó sus castañuelas y dijo: «Esta pequeña pero gran artista es la que me va a suceder«.
A partir de aquí comenzaron sus constantes actuaciones en diversos teatros. En una ocasión fue invitada a participar en un acto a beneficio de la Cruz Roja, amadrinado por la Reina Victoria Eugenia que asistió al acto y, en reconocimiento a su actuación, le hizo entrega de una pequeña medalla de oro y brillantes que Malena conservó toda su vida.
En 1927, los hermanos Enrique y Ricardo Núñez, empresarios hosteleros, decidieron invertir en una industria incipiente: el Cine. Contrataron como director al actor Florián Rey y eligieron una historia basada en la novela de Armando Palacio Valdés: La hermana San Sulpicio. Para el papel necesitaban de una niña que se iría transformando en mujer. Después de ver actuar a Imperio en el Teatro Romea, le ofrecieron el papel, tras pasar las pruebas pertinentes y con la aprobación del autor de la obra. Aún no existía el sonido en el Cine. Tenía 17 años.
A continuación vinieron otras películas: Los Claveles de la Virgen, rodada en Granada, Corazones sin rumbo, en Munich; Cinópolis, en París (la primera película sonora que realizó) y El profesor de mi mujer.
Además del cine y el teatro, las mejores compañías discográficas de finales de los años veinte la reclamaban para grabar discos, e incluso participó en la Exposición Universal de Sevilla en 1929.
Un contrato con una de las más grandes compañías cinematográficas, la Paramount, la llevó a residir en París durante tres años. Así en 1931 se rodó la versión española de Su noche de bodas y poco después Lo mejor es reír y El cliente seductor, un cortometraje en el que intervino con Maurice Chevalier; a este corto le siguieron otros, entre ellos merece destacarse La casa es seria, en el que trabajó por primera vez con Carlos Gardel.
En estas fechas, en una cena que organizó la productora en París, conoció a Marlene Dietrich. Mucho se ha escrito de este encuentro, pero la verdad es que coincidieron sólo esta vez; de ello existe un testimonio fotográfico en el que aparecen Imperio, Marlene y la actriz francesa Suzy Vernon.
En 1932 coincidiría de nuevo con Carlos Gardel, su partener en la película Melodías de Arrabal. en ella se incluye un dúo de los dos artistas interpretando la canción Caminito campero. Fue la única vez que Gardel cantó con una mujer.
Dos años más tarde El novio de mamá, escrita y dirigida por Florián Rey, ya se rodó en España, con la productora Cifesa. Meses después se volvió a rodar La hermana San Sulpicio, esta vez sonora, de forma que se podía disfrutar de los temas cantados por su protagonista. A partir de aquí y a pesar de la situación difícil que vivía España, se rodaron las mejores producciones cinematográficas de Imperio Argentina, dirigidas en su mayoría por Florián Rey con el que la artista se casó en julio de 1934. En abril del año siguiente nació su primer hijo, Flori.
Tuvo tanto éxito que la productora, Cifesa, quiso apostar por los temas populares y surgió Morena Clara, basada en una obra teatral de Antonio Quintero y Pascual Guillén. En ella Imperio interpretaba canciones que son un referente en la música española, como Échale guindas al pavo, La falsa moneda o El día que nací yo, esta última ya se recitaba en la obra teatral. Para la versión cinematográfica se escribió la música y paso a convertirse en una de las canciones mas populares de todos los tiempos.
El éxito de la película fue tan grande que sólo con la recaudación de una sala madrileña se amortizaron los costes de producción.
El éxito de la película fue tan grande que sólo con la recaudación de una sala madrileña se amortizaron los costes de producción.
El estallido de la Guerra Civil les sorprendió en París a donde había llegado el matrimonio sin su hijo, contratados por Cifesa para interpretar La Casta Susana, opereta de Jean Filbert. El proyecto no se pudo llevar a cabo. Sin poder regresar a España, al menos consiguieron reunirse con su hijo, gracias a que su hermana Asunción viajó con el niño hasta Perpiñán. Sin trabajo y sin dinero, ya que no podían pasar dinero desde España, tuvieron importantes problemas para sobrevivir en Francia, hasta que el empresario Norberto Soliño le ofreció actuar en Cuba.
Tras un largo viaje en barco hasta Nueva York, al llegar a La Habana, una multitud la recibió en el aeropuerto. La artista desconocía el éxito que Nobleza Baturra y Morena Clara habían tenido. Con un espectáculo basado en las canciones de las películas, debutó en el Teatro América de La Habana y recorrió Cuba con gran éxito.
En 1937, todavía en La Habana, recibió un telegrama de la distribuidora en Berlín de Cifesa, en el que le hacían una invitación oficial, firmada por el ministro de Hitler, Goebbels, para que fuese a trabajar a Alemania. De forma que, desde Nueva York y de nuevo en barco, realizaron el viaje de vuelta a Europa, esta vez hasta Bremerhaven y desde allí en tren a Berlín.
La intención del gobierno alemán era que protagonizase una película que contase la historia de Lola Montes, una bailarina irlandesa que se casó con un bailarín sevillano y al que abandonó por una relación con el rey Luis I de Baviera. Pero Malena y Florián no estuvieron de acuerdo en el enfoque que querían darle los alemanes a la película, de corte político.
A los pocos días recibió la invitación del Führer que, gran admirador de la artista, quería conocerla. Acudió con su marido a la cita, hecho que no estaba en los planes de los alemanes. Hitler alabó su trabajo como actriz y le refirió que había quedado encantado con su voz y su sonrisa, confesándole que había visto Nobleza Baturra varias veces. Volvió a hablarles de su admiración por Lola Montes, para él un referente por su rebeldía frente al mundo. En ese momento, Florián le propuso hacer la película, pero basada en otro personaje, Carmen, más acorde con la personalidad de Imperio y cuya historia era mucho más cercan a los españoles. Hitler aceptó la propuesta.
Así se forjó Carmen la de Triana o Andalusische Nachte, la versión alemana. Durante el tiempo que duró el rodaje de la película en español, Imperio estudiaba y se preparaba con una profesora diariamente para poder rodar en alemán. Los exteriores se realizaron en España, concretamente en Sevilla y Ronda. Según cuenta la propia artista, Carmen la de Triana es la mejor película que hizo; Florían Rey fue de nuevo su director.
El tiempo que permanecieron en Berlín el gobierno alemán les dispensó una consideración especial. Incluso los alojaron en un chalet que había sido anteriormente residencia del embajador de Inglaterra, a pocos minutos de la ciudad. En estos primeros tiempos, no sospechaban la tragedia que les rodeaba.
El éxito de Carmen la de Triana, que además se estrenó con gran éxito en París y Grecia, determinó que la compañía cinematográfica alemana les ofreciese hacer otra película de libre elección. Florián Rey, admirador de la obra de Whashinton Irving, Cuentos de la Alhambra, escogió como punto de partida para el guion la novela La canción de Aixa de Manuel de Góngora. Los exteriores se rodaron en Marruecos, en ciudades como Alcazalquivir, Xauen, Larache, Tetuán o Tánger.
Corría el año 1938. En el viaje de vuelta a Berlín se detuvieron en San Sebastián, para visitar a su amigo, el actor Rafael Rivelles, partener de la actriz en Carmen la de Triana. En estos días, la amistad que surgió de la relación laboral se empezó a convertir en algo más. Imperio se dio cuenta que se había enamorado de Rafael.
Desde ese momento, la complicidad entre ella y su marido, Florián Rey, desaparece, y al poco tiempo se separan, volviendo la artista a España y teniendo que dejar a su hijo con Florián en Berlín, con todo el dolor de su corazón, a pesar de que incluso había sido maltratada por su marido al que había sido fiel todo el tiempo que estuvieron juntos. La situación política en la Alemania nazi se había agravado con la animadversión generalizada hacia los judíos. Imperio hizo el viaje de vuelta con Rafael Rivelles hasta San Sebastián. Allí apareció Florián con su hijo y al darse cuenta de que la artista vivía en el domicilio de Rafael Rivelles, se enfrascó en una pelea con éste. Se marchó y regresó acompañado de la Guardia Civil, que levantó acta e interpuso una denuncia por agresiones.
Después de este hecho, Malena se vio obligada a marcharse a Madrid, sola, sin dinero ni trabajo, en una España sumida en una Guerra Civil. Una vez allí colaboró como enfermera de la Cruz Roja, hasta que, en 1939, le ofrecen rodar una nueva película, Tosca.
La historia se rodó en Roma, ya con la Segunda Guerra Mundial en marcha. Estando allí recibió la sentencia de divorcio, por lo que pudo vivir junto a Rafael Rivelles, primero en Roma y luego en Sevilla, en la casa que allí poseía la actriz. A pesar del cariño que se profesaban, la relación duró poco tiempo. Apenas tenían nada en común y poco a poco se fueron distanciando y desilusionando. Se separaron en 1940, pero su amistad estuvo siempre por encima de todo.
Su mayor dolor era el no poder tener con ella a su hijo. Florián lo había llevado a un internado en El Escorial y solo podía verlo en el despacho del abogado de su exmarido, acompañada de su cuñada o cuando discretamente lo visitaba en el internado.
En el año 1942 comenzó el rodaje de otra de sus películas más emblemáticas, Goyescas, basada en la obra de Enrique Granados y dirigida por Benito Perojo. El productor del film, Joaquín Goyanes de Osés, marqués de Melgarejo, se enamoró de la artista. Esta relación trajo a Malena la mayor felicidad: en mayo de 1943 nació su hija Alejandra, a la que tuvo que dar sus apellidos al estar Joaquín Goyanes casado.
Tras el nacimiento de la niña, pasaron una larga temporada en Portugal. Según cuenta en sus memorias, el motivo principal fue la necesidad de alejarse, al menos por un tiempo, de una España oscura y triste.
Allí, en el Teatro San Carlos y dirigida por el músico Ernesto Halffter, participó en un festival benéfico. La relación profesional y de amistad con Ernesto duró toda la vida.
Precisamente fue el creador de la música del siguiente proyecto cinematográfico, Bambú, producida por Joaquín Goyanes y que recreaba la historia de la presencia española en Cuba. Los exteriores fueron rodados en la Finca la Concepción de Málaga. Fernando Fernán Gómez y Luis Peña participaron en este film; Julia Lajos, Sarita Montiel y Nati Mistral, completaban el elenco. La Orquesta Nacional de España dirigida por Ernesto Halffter puso el fondo musical. El estreno tuvo lugar en Madrid en octubre de 1945.
Coincidiendo con el estreno, terminaba otra etapa en la vida personal de la artista: su relación con Joaquín Goyanes tocaba a su fin, esta vez por los celos que sufría, no solo de otros hombres, sino incluso de su vida profesional.
Una vez más Malena se refugió en el trabajo. Se marchó a Buenos Aires a rodar una nueva película: Los majos de Cádiz, titulada La maja de los Cantares en Argentina, dirigida por Benito Perojo.
Este viaje le produce un respiro. Volver a su país de origen con su hija Alejandra y un nuevo proyecto, le ayudó a rehacer su vida. Su hermana, tan importante para Imperio a lo largo de toda su carrera y su vida personal, pensaba quedarse en España porque estaba a punto de casarse. Sin embargo, no tardó en renunciar a todo y embarcó junto a Malena y su sobrina en Barcelona, rumbo a Buenos Aires. Cuatro semanas duró la travesía; en sus memorias, Imperio Argentina, Malena Clara, la artista comenta, refiriéndose a este viaje: “Siento muchísimo que el avión haya sustituido a la navegación por mar, porque los barcos han sido siempre mi medio de transporte favorito: conoces gente, te diviertes, tienes fiesta cada noche, flirteas, descansas, sueñas, engordas…”
Siento muchísimo que el avión haya sustituido a la navegación por mar, porque los barcos han sido siempre mi medio de transporte favorito: conoces gente, te diviertes, tienes fiesta cada noche, flirteas, descansas, sueñas, engordas…
Finalizado el rodaje realizó importantes conciertos en Chile y Perú. De vuelta en Buenos Aires, comenzó el rodaje de un nuevo film, La copla de la Dolores, dirigida igualmente por Benito Perojo. No se estrenó en Madrid hasta dos años después bajo el título de Lo que fue de la Dolores. Fue seleccionada para el Festival de Cannes y tuvo muy buena crítica.
Ya en el año 1947 tuvo que regresar a Madrid por motivos de trabajo, pero la vuelta a España le trajo una gran compensación personal, en el aeropuerto le esperaba su hijo. Por fin cumplió su deseo de ver a sus dos hijos juntos.
La oferta de una nueva película, La Cigarra, le hizo dudar por el hecho de que tenía que actuar a las ordenes de su exmarido, Florián Rey. Aceptó, además de por la importante remuneración que le ofrecieron, por volver a reencontrarse con su querido hijo Flori, aunque la situación no había cambiado legalmente y seguía bajo la tutela de su padre, y por acudir al lado se su madre que, muy enferma, se encontraba en Málaga, falleciendo unos días después de la llegada de Malena.
De nuevo con su hija y su hermana, regresó a Argentina al finalizar la película, en 1948. Desde allí realizó una gira por varios países, Uruguay, Chile y Brasil, haciendo, sobre todo, galas radiofónicas.
En 1950, en Buenos Aires, conoció a su segundo marido, el conde de las Cabezuelas, Ramón Baíllo Pérez Cabellos, hombre galante y gentil con el que se casó en noviembre del mismo año. Al poco tiempo se dio cuenta de que nada tenía que ver con la realidad: resultó ser un estafador que en España había cometido varios delitos y por ese motivo había huido. Su familia estaba arruinada.
A partir de ese momento todo fueron malos ratos y humillaciones. Consiguió quedarse con el dinero de la actriz, presentándose en el despacho de la productora de la película Café Cantante, que se estaba rodando, dinero que nunca devolvió. Imperio consiguió convencerlo para que regresara a España. Le compró un billete de avión y le entregó una importante suma. Sin embargo, Ramón no cogió ese avión. Se instaló en un hotel en Buenos Aires y se lo comunicó a la artista. Este hecho sólo le trajo problemas, puesto que donde estaba el marido se establecía por ley el domicilio conyugal. El escándalo estaba servido, las declaraciones que hacía a la prensa el conde de las Cabezuelas perjudicaron enormemente a la actriz. Estafas y delitos posteriores unidos a los cometidos en España hicieron que Ramón Baíllo terminase en prisión.
Tras una breve estancia en España, Malena regresó a América, para continuar haciendo galas radiofónicas en Argentina, Chile y Uruguay. En Santiago de Chile, en uno de esos recitales, en 1951 conoce al poeta Rafael de Penagos, hijo del famoso pintor. Hombre apuesto y elegante, muy culto. Coinciden de nuevo en otro recital en Montevideo. Posteriormente y para ayudar económicamente al artista Miguel de Molina, que allí se encontraba, decidieron organizar un festival benéfico en su honor. A Miguel de Molina e Imperio Argentina se sumaron Rafael de Penagos con sus poemas, el bailarín Ángel Pericet y el músico Esteban de Sanlúcar.
Desde Uruguay viajó a México, donde se encontró en primera instancia con grandes dificultades para trabajar. Jorge Negrete, entonces presidente de la Asociación de Artistas Mexicanos, le prohibió actuar por ser extranjera. Tuvo que pedir ayuda al presidente del país para que intercediese. Posteriormente Agustín Lara no quiso trabajar con ella. El motivo fundamental que argumentaban era que consideraban a la artista franquista. Sin embargo, todo se normalizó y consiguió actuaciones en teatro, cine y televisión. Conoció a Mario Moreno Cantinflas, hombre zalamero y enamoradizo que se fijó en la actriz. Sin embargo, ella sólo tenía ojos para Rafael de Penagos.
De México a Los Ángeles y de Los Ángeles a Nueva York. Chucho Montalbán le había conseguido una actuación en el Carnegie Hall para el 6 de junio de 1952. Los contratiempos que sufrió el mismo día de la actuación estuvieron a punto de suspenderla. Horas antes del inicio, manifestantes con carteles intentaron desacreditar a la artista. En ellos se podía leer: “No entren, esta mujer era la amante de Hitler”. A pesar de que el público estaba reacio a asistir, poco antes del estreno el teatro se llenó. Un aplauso de más de diez minutos fue la mejor muestra del gran éxito que consiguió la artista en un lugar donde no es fácil triunfar y donde por primera vez actuó una española. El día 13 del mismo mes volvió a actuar con el mismo resultado y una importante repercusión mediática.
Su relación con Rafael de Penagos la puso en contacto con lo más granado del mundo de la literatura. Así conoció a Pio Baroja, Azorín, Camilo José Cela o Alberti.
Nueva York de nuevo, Miami, La Habana, México, Los Ángeles, San Francisco y poco después, Colombia, Venezuela o Puerto Rico. Aquí, en julio de 1955 conoció a Juan Ramón Jiménez y a su esposa Zenobia Camprubí.
Por fin, en agosto pudieron regresar a España. Llevaba más de un año sin ver a sus hijos. Durante su estancia, la artista recibió uno de los homenajes más significativos de su carrera. Tras el gran éxito de su presentación en el Palacio de la Música de Madrid. De este acontecimiento se conservan cartas de algunos ilustres amigos, que no pudiendo acudir se sumaron al reconocimiento.
Tras una temporada en España regresó a América con su hija y su hermana. Estando en Argentina, donde pasaba las fiestas navideñas con su familia, recibió la noticia más terrible que una madre puede recibir. Su hijo Flori, con tan solo 23 años, había muerto. Era el día de Reyes de 1959. Se había suicidado colocándose la manguera de gas en la boca. En cuanto pudo, Malena regresó a España sumida en una fuerte depresión. Una vez más, su hermana Asunción, con su cariño y apoyo, consiguió su recuperación.
Ya en 1960 le proponen hacer la versión cinematográfica del éxito radiofónico Ama Rosa, lo que le ayudó a terminar de salir de su tristeza.
A pesar de todo la actriz redujo su actividad profesional. Cada vez que quería descansar la artista comenzó a frecuentar Andalucía y pasaba temporadas en Torremolinos. Aquí su hija Alejandra conoció a su marido, Santiago, de familia de aristócratas, los Pérez del Pulgar y con quien se casó en febrero de 1961 en Madrid.
Al año siguiente la artista accedió a participar en una gira por el Protectorado de Marruecos. En una gala benéfica que se celebró en Tánger fue felicitada por el rey Hassan II que le entregó en agradecimiento una pulsera de oro y perlas de diseño antiguo que siempre conservó.
Ya en 1965 volvió al cine con la película Con el viento solano, dirigida por Mario Camus, en ella actuaba Antonio Gades y estaba basada en una obra de Ignacio Aldecoa. Dos años después trabajó de nuevo como actriz, primero en un serial radiofónico, protagonizando Historia de una cupletista, y poco después debutó como actriz de teatro con la obra Un sueño para Constanza, en la que formaba parte del reparto un joven José Sacristán.
En 1968 regresó a Argentina para participar en un maratón televisivo benéfico para recaudar fondos para la lucha contra el cáncer. Unos meses después regresó a España y volvió a descansar en Torremolinos. Desde aquí, paseando un día por los pueblos cercanos llegó con su hermana a Benalmádena-Costa. En la Avenida de la Sierra, un chalet se vendía. Entraron a verlo y al día siguiente lo compró. Pero esta vez no se trataba de una casa más, sería su hogar hasta el final de sus días, el lugar donde encontró la paz y el sosiego que necesitaba una persona con una vida tan intensa. En palabras de la propia artista: “Benalmádena no está fuera del mundo, pero todo parece más sereno visto desde aquí”.
A finales de la década de los sesenta ya llevaba veinte años alejada de la gran pantalla. Pasaba largas temporadas cuidando de sus nietos: Sandra, Magdalena, Cochenco, Teresa y Paula, acompañada de su inseparable hermana Asunción.
En el año 1982 el Ayuntamiento de Benalmádena bautizó la calle en la que vivía con el nombre de Imperio Argentina. En el mes de diciembre y con ese motivo, se organizaron una serie de actos durante varios días para homenajear a la artista: una exposición monográfica en el Castillo Bil-Bil, actuaciones, proyecciones de películas y el acto en sí de la inauguración de la calle, que fue muy emotivo para Malena. Ella misma lo refiere a Carlos Manso para su libro Imperio Argentina, publicado en 1999:
Nerviosa estaba esa mañana; mi vieja Avenida de la Sierra cambiaría por mi nombre. Temprano oía murmullos, pasos, risas. Llegaban autoridades, los invitados, las gentes de Benalmádena, y, cuando yo aparecí radiante de felicidad, un gran aplauso me recibió. Los Coros y Danzas de Benalmádena me ofrecieron cantos y bailes. Era una mañana festiva, llena de color y sabor, como en las ferias de los pueblos andaluces… Cuando arranqué el paño que cubría la placa de cerámica, mis ojos se nublaron de lágrimas. Era el tributo de un pueblo que consideraba hija adoptiva; mi ciudad natal era Buenos Aires, pero la elección para mi vivir íntimo era Benalmádena y he quedado deudora a esta manifestación de respeto y amor por mi persona, una vecina más de la ciudad. ¡Gracias otra vez Benalmádena por brindarme tanto cariño!… aquí esperaré el día señalado, cuando Dios lo quiera. Mi dirección es Avenida Imperio Argentina, 12, Benalmádena-Costa…, por si en el cielo la han extraviado… ¡Qué engreída soy! ¿Y si me mandan al infierno?… ya me estoy acostumbrando con los calores del agosto andaluz.
Todo culminó con una cena de gala donde el poeta Manuel Alcántara le dedicó un poema que comenzaba así:
Fue un mito y ahora es nada menos que toda una mujer. Fue una estrella y sigue alumbrando. Llenó una época y ahora está llenando su intimidad.
Inmarchitable Imperio Argentina. Muchacha intemporal… Criatura en la penumbra de los cines y señora en su señorío, allá en Benalmádena bajo el sol vitalicio de la Costa del Sol, regando sus macetas y regando sus recuerdos.
Ella, que ha leído a todos los poetas, aparte de haber triunfado en todos los escenarios…
Fue José Luis Borau, que acudió a verla a Benalmádena en 1986, el director que consiguió sacarla de este letargo. Tata mía, resultó un magnífico trabajo, compartido con Carmen Maura, Alfredo Landa, Xavier Elorriaga, Miguel Rellán y Marisa Paredes. Al año siguiente se rodó la película El polizón del Ulises, en la que compartió protagonismo con Aurora Bautista y Ana Mariscal. Pero el buen ambiente del rodaje, que se desarrolló en Guipúzcoa, se vio tristemente roto por el fallecimiento repentino de Asunción, su querida hermana. Sin terminar el rodaje, viajó a Benalmádena para el sepelio. A los pocos días tuvo que volver a San Sebastián para rodar las escenas pendientes. Todo el equipo se volcó y la reconfortó.
Al acabar el rodaje, la estrella volvió a refugiarse en Benalmádena, cerca de dos de sus nietas, Sandra y Maggy.
Los años 1986, 88 y 89 fueron muy significativos en cuanto a reconocimientos artísticos de la estrella. Así en 1986 recibe el Premio Ondas, como homenaje a toda su trayectoria y el Premio de la Asociación de Cronistas de Prensa de Nueva York.
En 1988 le otorgan la Medalla de Plata de las Artes, Ciencias y Letras de la Villa de París; y en 1989, La Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes, que recibió de manos del rey Juan Carlos y el Goya de Honor, en reconocimiento a toda su carrera como actriz. Sería muy largo enumerar todos los premios en este apartado y que sigue recibiendo merecidamente después de su fallecimiento.
Sin embargo, a pesar de su edad, todavía tenía que deleitarnos con su arte y su inmensa personalidad en algunas ocasiones más: en mayo del 92 comienzan en Sevilla los ensayos de Azabache, gran espectáculo que formó parte de la Exposición Universal y que se desarrolló entre el 7 y el 21 de junio, con las más de 6.000 localidades agotadas todas las noches. Tanto éxito obtuvo que el espectáculo programó una reposición de dos semanas en el mes de septiembre. Rocío Jurado, Juanita Reina, Nati Mistral y María Vidal actúan junto a la artista.
Cuando apenas se estaba acostumbrando al dolor de vivir sin su hermana, otro golpe feroz la azota: su querida hija Alejandra, delicada de salud, fallece de una insuficiencia respiratoria cuando se dirigía con una de sus hijas a casa de su madre, para celebrar la nochevieja. Era el 31 de diciembre de 1992, contaba solo 49 años y dejaba 6 hijos: Sandra, Maggy, Cochenco, Teresa, Paula y África.
En sus memorias Imperio Argentina, Malena Clara, que relató con 91 años, Malena expresa con estas palabras su sentir: “Nada hay peor para una madre que la muerte de un hijo, pero a mí se me han muerto los dos que he tenido. He necesitado mucha fuerza de voluntad para reponerme, para no dejarme vencer por la peor parte de la soledad, el vacío. Pero el ser humano está hecho para triunfar sobre el sufrimiento, para aceptarlo, para aprender de él, para no hundirse por el peso del dolor… he conocido muchos días… cada día es nuevo para mí. Quiero vivir el día de hoy. Quiero conocer el día de mañana”.
Tras el fallecimiento de Alejandra, aún tuvo la oportunidad de viajar de nuevo a su tierra de origen, en donde pasó una temporada que duró quince meses. El reclamo fue un nuevo proyecto que se organizó concretamente en Mar de Plata, a donde fue invitada para participar en el fin de fiesta del espectáculo El corazón de buen humor, en el Teatro Odeón, en el que trabajaba un gran amigo y admirador suyo, Vicente Parra. Desde aquí el espectáculo pasa por Buenos Aires al Teatro Avenida.
En el barrio de San Telmo, que la vio nacer, celebra su 84 cumpleaños y unos días después regresa a España, sola esta vez, intentando superar su miedo a volar.
Continúa actuando, destacando sus dos intervenciones en el Festival del Tango de Granada en 1995 y 1997; y en el Teatro de la Maestranza de Sevilla acompañada por un cuarteto, donde el público, de pie, la ovaciona con entusiasmo y cariño. Carlos Manso, que presenció el espectáculo, lo relata maravillosamente en sus memorias:
“Es ella, sí, la bisabuela Malena, la eterna Imperio Argentina que se desplaza por el inmenso escenario inundado con su luz propia, con su carisma. ¡Qué naturaleza pródiga en energía es la suya! La irradia y la contagia, y yo, absorto, aturdido por los aplausos, me entrego a confesar que este libro, como el cuento…, es de nunca acabar, porque su protagonista seguirá sobre los escenarios, sobre los platós, … entre ramos de flores que se reflejan, como su sonrisa, en los espejos del camarín, cosechando nuevas amistades y admiradores en el correr de España y de Argentina, sus dos patrias”. Carlos Manso. Buenos Aires, 22 de noviembre de 1997.
Además del interesante libro de Carlos Manso, y de lo mucho que se ha escrito y dicho sobre ella, Imperio Argentina publicó en octubre de 2001 sus Memorias, relatadas con la colaboración de Pedro Manuel Víllora, a la edad de 91 años y que han servido de guía fundamental para redactar estas notas. Así como la obra de Martín de la Plaza, Imperio Argentina. Una vida de artista, Alianza Editorial, 2003.
Sus últimos días los pasó rodeada de sus amigos, entre la casa de sus nietas y su hogar. El 22 de agosto de 2003 Malena falleció, a pesar de todos los avatares de su vida, feliz, sin dejar de cantar y de sonreír.
La capilla ardiente quedó instalada en Teatro de la Casa de la Cultura de Arroyo de la Miel, en donde pudieron mostrar una vez más su cariño, familiares, amigos, admiradores y vecinos. Su cuerpo descansa en el Cementerio Internacional de Benalmádena, junto a su querida hija y su hermana.